Dejaste apagado el mundo
Por el camino seco, sucio y hosco, vil sendero demacrado
Caminan mis latidos, por pura inercia ya cansados.
Han vuelto a parar al borde de una triste vereda azul,
Tan ciegos de razón y hambrientos de ilusión ven una luz.
Encendiste el camino con tan sólo una sonrisa,
Y cruelmente lo apagaste.
Bebí de una fuente extraña, muriendo de sed primero,
Luego morí ahogada.
Quise lanzarte mis suspiros pero ni sus ecos te llegan.
Quise soñarte entre mis brazos pero tu ausencia no me llena.
No lo notaste, lo sé, pero hay algo que te dejaste aquí.
Cargaste en tu maleta un pedazo roto, ¿no te diste cuenta?
Llevas un pedazo de mí.